En 2004, el mayor laboratorio de física de partículas del mundo, el
CERN (Centro Europeo de Pesquisa Nuclear), en Suiza, cumple 50 años. En el intento de encontrar respuestas para las cuestiones fundamentales de la naturaleza, físicos de todo el mundo se reúnen desde 1954, en una colaboración internacional que requiere una avanzada tecnología de comunicación e intercambio de datos. Son, en total, 56 participantes, entre países y organizaciones internacionales.
Utilizando una especie de túnel del tiempo, los físicos simulan un viaje hasta una fracción de segundo después del Big Bang, la gran explosión que resultó en el universo. El llamado “Túnel”, es un acelerador de partículas: una infraestructura capaz de provocar choques entre las partículas que componen la materia y desmembrarla, tal como se encontraban después del Big Bang. A través de detectores, equipos acoplados al acelerador, los investigadores observan lo que sucede a partir del choque de esas partículas, lo que permite estudiar la estructura de la materia.
Desde hoy, se ha dado luz verde a un nuevo acelerador, el Large Hadron Collider (LHC), que ha sido construido en un túnel subterráneo de 27 Km de diámetro. En el LHC estarán acoplados cuatro detectores: Atlas, Compact Muon Solenaid (CMS), LHCb y A Large Ion Collider Experiment (Alice).
A partir del LHC, se espera encontrar las respuestas que faltan para completar el Modelo Patrón, o sea, el rompecabezas creado por los físicos para explicar el origen del universo. Para ello, en ambos sentidos se lanzará un haz de protones (importantes por su gran masa) que se llevarán al 99,9% de la velocidad de la luz, y, en este estado energético, chocarán, reproduciendo con gran proximidad las partículas anteriores al Big Bang.
Se prevé que el superordenador al que va conectado el acelerador recopile 20 mil petabytes, es decir, 20 millones de terabytes, en un solo año.
Observese la inmensidad del gigantesco imán: